Sobre la música y el yoga
La práctica del yoga tiene su génesis en una idea universal, pero al mismo tiempo, se trata de una práctica muy personal. Cada individuo saca provecho a su manera de la meditación en movimiento, y no hay dos mentes iguales, ni dos formas de entender la práctica del yoga idénticas. Cuando se trata de unir o diferenciar la práctica del yoga con la música, nos encontramos de nuevo con un tema muy personal. Algunas personas prefieren acompañar algunos momentos de relajación con música, mientras que otras personas sienten que la música no pertenece al yoga. La mayoría de las veces, la música acaba encontrando su sitio en la práctica del yoga, en mayor o menor medida, y así nos lo muestra la historia de ésta práctica ancestral.
El mantra es, en esencia, música que repetimos para ayudar a alcanzar cierto estado mental. De hecho, la traducción literal de la palabra sería algo parecido a “instrumento mental”. Todo es música a oídos de una mente abierta; una sílaba repetida, un golpeteo constante, un instrumento que alterna notas. En el caso del mantra, el popular “Hare Krishna trascendió más allá de su función, llegando a ser todo un hit radiofónico con la grabación de George Harrison con el London Radha Krsna Temple. “Hare Krishna Maha” llegó a ocupar el número doce en la lista de singles británicos en 1969. Quizás, después de todo, los mantras sí sean música.
Además de la música especialmente concebida para llegar a lo más profundo de nuestra mente, cada uno de nosotros tenemos alguna canción que nos traslada a ese estado mental de paz, ya sea con The Doors, Bach o con música tradicional africana. Aquí es donde entra también la música concebida especialmente para relajarnos. Normalmente se trata de música instrumental, con un elemento ambiental muy fuerte, incluyendo sonidos naturales y voces tranquilas. Normalmente éste tipo de música consigue ayudar a la relajación del individuo; sin embargo, no hay dos mentes iguales, y no tiene por qué funcionar con todos.
En definitiva, la música suele tener un efecto en las personas. Una canción, un ritmo, un sonido continuo; todo nos termina afectando de un modo u otro. Puede que, la canción que para algunos sea alegre y vital, para otra persona sea una canción relajante. Puede, también, que algunas personas encuentren útil determinada música a la hora de practicar yoga, mientras que para otras no sea más que una distracción. Lo que sí es seguro es que estos dos conceptos tienen mucho que ver, y se retroalimentan continuamente desde los inicios de ésta práctica ancestral.
Algunos de los instructores utilizan música durante toda la clase, mientras que otros eligen utilizar música solamente durante la meditación, o no usarla en absoluto. Lo mejor es probar con distintos instructores, ver como utilizan la música, la visión que tienen del yoga, y encontrar el que más se nos adapte.