YIN: El yoga de otoño
El otoño es la estación del año donde ocurren grandes cambios y transformaciones, no solo en la naturaleza sino en nuestro propio ser. Ya se nota el cambio de clima, los árboles empiezan a perder sus hojas, las cosechas son recogidas y de una u otra forma estos cambios van afectando nuestro cuerpo, pues es la naturaleza misma quien nos hace un llamado para que echemos un vistazo a nuestro interior y nos encontremos a nosotros mismos.
Es una temporada para dedicarle tiempo a los procesos creativos, al canto de mantras, a la limpieza tanto del cuerpo, como de las emociones y sentimientos de los que debemos liberarnos para afrontar la tristeza y falta de luz del invierno. Es el tiempo ideal para dejar ir.
Para sacar el mayor provecho del otoño en los cambios que podamos llegar a experimentar personalmente, encontramos dentro del yoga, una práctica recomendada para este tiempo que nos ayuda a encontrar ese balance entre el cuerpo y la mente, al mismo tiempo que elimina toxinas y logra ser de gran beneficio para la salud.
Se trata del YIN YOGA, un estilo de hatha yoga que se basa en asanas ligeras y pasivas que se mantienen por largos periodos de tiempo de 3 a 5 minutos cada una. Este tipo de yoga emplea secuencias específicas de posturas destinadas a estimular meridianos particulares, o canales sutiles, como se entiende en la medicina tradicional China y que nos permite introducirnos en un viaje profundo y meditativo donde a través de la respiración, el silencio y los mantras logramos conectar el cuerpo con la mente y el espíritu. Con el Yin se trabajan los ligamentos, las articulaciones y los huesos, además de los nervios y el sistema sanguíneo.
En el Yin no solo se trabaja el nivel físico sino también los niveles más profundos por lo que involucramos los 3 cuerpos: el cuerpo físico que necesita agua, aire y comida para vivir, el cuerpo astral que atrapa y guarda todas nuestras emociones y el cuerpo causal que es nuestra naturaleza, nuestra capa más profunda y mejor guardada, nuestra área más YIN. Es por esto que los beneficios del Yin Yoga se dan más a nivel anatómico, pues esa tensión prolongada que se mantiene en cada postura, hace que se regenere el tejido conectivo, se vuelva a habilitar la articulación y se logre una mayor apertura del sistema a nivel articular. El movimiento en el músculo es nulo y es el hueso el que realmente hace el trabajo por lo que se reajusta y alinea la estructura ósea.
Al hablar del yin, recordamos a los Taoistas, quienes usaban este término para referirse al polo opuesto del yang, pues es el Yin el que representa lo femenino, lo sólido, lo estático, lo que no cambia, lo más interno y lo que no se mueve. El americano Paul Grilley adopta este término para denominar un estilo de yoga pasivo que trabaja los huesos, ligamentos y articulaciones al contrario del Yang, que representa movimiento y se enfoca en los músculos y los tendones. Otro de los maestros fundadores del Yin Yoga es Hiroshi Motoyama quien le ha aportado al estilo unas grandes pinceladas orientales.
Así que si quieres dejar que fluya toda la energía que tienes dentro, los sentimientos que aún no exteriorizas y encontrarte contigo mismo en una meditación profunda, no dudes en practicar esta dulce disciplina y dejar que la música sea tu propio sonido interno.