Fundamentos Básicos de la práctica Asana

Asanas

La simplicidad del Asana se ve desvirtuada por el esfuerzo extenuante de mantener una posición. Las malas indicaciones a los alumnos implican que cada parte del cuerpo esté separada y también hace perder el control de la respiración.

Lo que se busca en la práctica del yoga es una actitud de entrega y un flujo sin esfuerzo que unifica al practicante a todos los niveles… Respiración, cuerpo y mente.

La forma externa del cuerpo varía de postura a postura pero independientemente de la postura que se esté practicando, siempre hay cuatro principios que se aplican simultáneamente y que ofrecen un método simple para enseñar y para practicar las Asanas

Cuando este método se comprende completamente y se aplica de forma integral, entonces una persona puede cambiar de estilo de yoga de una manera rápida, segura y efectiva.

Los Cuatro Principios Básicos de la Práctica Asana son:
– La Base
– El Núcleo
– Los Bandhas
– La Respiración

La Base

Las partes del cuerpo que están en contacto con el suelo deben estar activas contra el suelo estable. El conocimiento de la base de una postura es la roca sobre la que se aguanta todo lo demás. Sin una buena base, una postura depende de la utilización de una actividad muscular excesiva e inestable que va a tensionar en lugar de liberar los músculos. Una buena base requiere que el peso del cuerpo se distribuya homogéneamente sobre toda la superficie de ésta. Cuando la base está bien asentada se adquiere un equilibrio de fuerzas contrarias: la que va hacia arriba y la que va hacia afuera en la columna y los pulmones.

Cuando la base son los pies, el peso del cuerpo está distribuido entre los dos pies, entre las plantas de los pies y entre los bordes interno y exterior. Esto significa que las cuatro esquinas de los pies están aposentadas de forma dinámica y equilibrada: el peso repartido entre los dedos gordo y meñique y entre los talones externo e interno. Si la base es un solo pie, se aplican los mismos principios y el mismo proceso.

Cuando la base son solo las manos el principio es exactamente el mismo. El peso del cuerpo está distribuido armónicamente entre las dos manos, entre las bases de los dedos y los “talones” de las manos y entre los dos lados de cada mano. Cuando la base la conforman las manos y los pies o combinaciones de pies y manos, los principios y proceso son los mismos.

Esta consistencia sirve para todas las posturas. Sin excepciones. Sólo cuando la base está firmemente asentada, la columna y los pulmones están estables y en equilibrio. No importa si estamos en posición vertical u horizontal, del derecho o del revés, sentados o agachados. Un soporte estable y sólido para la columna y pulmones depende de una base equilibrada y activa a la vez. Esto nos da la estabilidad necesaria para las posturas de la práctica de Asana.

Lo primero que debemos saber acerca de una postura es la base que tiene. Si no ponemos atención a la base, la postura va a estar inestable y no alcanzará su potencial. Incluso podría aparecer una lesión. Especialmente en las posturas invertidas. Si nos colocamos de forma incorrecta en la vertical de hombros podemos poner presión excesiva en la columna y resultará incómodo. También es importante conocer nuestros límites y no forzarnos más allá de nuestra capacidad. Lo mejor es concentrarnos y desarrollar nuestra habilidad en las posturas que estén a nuestro alcance.

Cuando sabemos cuál es la base podemos usarla para aguantar el resto del cuerpo de forma fácil y segura para obtener un equilibrio cómodo. Esto no ocurre por arte de magia sino que requiere un esfuerzo. Debemos conectarnos activamente con el suelo a través de la base. Y no sólo al principio de la postura, sino durante toda la práctica. Esto no siempre es fácil. Mientras colocamos las otras partes del cuerpo podemos olvidarnos de la base y eso nos hará perder la calidad activa de nuestro soporte. Esto conlleva que la colocación del resto de nuestro cuerpo va a ser desequilibrada y va a conducir a la tensión en lugar de a la comodidad y estabilidad. Para que la parte delantera del cuerpo esté cómoda y estable, la base frontal tiene que estar activamente asentada, sin tensión ni esfuerzo. Para conseguir este efecto en cada parte del cuerpo es lo mismo. Si hay un desequilibrio una parte del cuerpo va a estar perezosa y otra con sobreesfuerzo.

Por ejemplo, si hay más peso en el pie delantero en una postura de pie como la del triángulo o la del guerrero, supone un inconveniente. Los músculos de la espalda no se activan por completo, la ingle no se libera y la cadera no tiene un buen soporte. Los músculos de los muslos de la pierna delantera se cargan en exceso y son inestables o, si la pierna está estirada, se estira en exceso por la rodilla. La columna queda hacia delante creando tensión en el tronco y restringe la respiración. Pero cuando el peso está bien repartido entre los pies, no hay presión excesiva en la parte de delante y la columna está en equilibrio permitiendo a los pulmones moverse con más facilidad y libertad.